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martes, 11 agosto 2015

El coronel no tiene quien le escriba

el-coronel.jpgSigo con el curso virtual de seis semanas sobre la obra de Gabriel García Márquez. Esta segunda semana nos ha tocado analizar otra novela del premio nobel publicada en 1961 y escrita en París. Se trata de un coronel heroe de la nación que espera en vano desde hace muchos años la pensión que le han prometido. Vive casi en la miseria con la esperanza de que el gallo de pelea que les dejó el hijo muerto los saque de pobres. No es el mismo coronel de La hojarasca.

Cuando Gabriel García Márquez escribió esta obra vivía en el extranjero pues era perseguido en Colombia por sus escritos como periodista. Conoce muy bien ese mundo y visto desde París se da cuenta de que muchas veces es más fácil saber por la prensa lo que pasa lejos que lo que sucede cerca. Esta viviendo un aislamiento y una pobreza parecidos a los del coronel. Hasta las cartas que espera de Colombia con alguna ayuda que lo saque de esos aprietos tampoco le llegan. Se siente tan aislado como el coronel de su novela.

Macondo aparece en las dos novelas La horajasca y El coronel no tiene quien le escriba como trasfondo. El ambiente es muy parecido aunque en la primera la acción sucede en él y no en la segunda. Muchos pueblos pequeños en ese momento eran muy similares en su manera de vivir y mentalidad de los habitantes. Sin embargo, Macondo había sido transformado y abandonado por la United Fruit Co. Este otro coronel escapó de ese pueblo, ya que odiaba el banano, símbolo de esa transformación. Él también estaba sufriendo las consecuencias del acuerdo de paz de Neerlandia que fue firmado cerca de Macondo. Da la impresión de que el pueblo donde vive ahora tiene más vida y actividad que el Macondo evocado en las dos novelas.

GGM nos da una lección de cómo cambiar el ritmo de la narración jugando con el vocabulario, la longitud de las frases y las descripciones concisas. El mejor ejemplo es cuando el coronel se encuentra cara a cara con el asesino de su hijo.

El manejo del tiempo cambia. La hojarasca transcurre en unas pocas horas. En esta segunda novela pasan varios meses que nos muestran la espera del coronel que no recibe noticias sobre su pensión. Los objetos dan indicios del paso de los años y la pobreza del coronel.

El aislamiento del coronel está acentuado por los escasos periódicos que le llegan una vez por semana y que solo traen noticias viejas e incompletas. En vez de informar sobre lo que le interesa, le hablan de la crisis del canal de Suez. El coronel sabe más por los periódicos clandestinos que circulan de mano en mano que por los diarios oficiales.

Los acuerdos secretos entre el Reino Unido, Francia e Israel para atacar y recuperar el canal manipulando la opinión pública mundial resuenan más en esta novela. Años de dictaduras y de gobiernos militares en muchos países, incluido Colombia.

La falta y el exceso de información son dos caras de la misma moneda. Los medios de telecomunicación parecen tenernos conectados instantaneamente con el mundo entero pero es un espejismo. En la web hay tantas notas y comentarios sobre cualquier tema que no nos queda tiempo de leerlos para seguir diferentes e interesante debates en paralelo.

La información esencial e importante está escondida. Hay que tomar el tiempo de buscarla en periódicos serios con artículos profundos y de varias fuentes para estar mejor informado.

El mundo se ha encogido: oimos las campanas de las antípodas y no las del pueblo en que vivimos.

El coronel está en contacto directo con los conocidos del pueblo. No usa artilugios actuales como teléfonos (fijos o celulares), internet o PC. El pueblo es el mundo para todos ellos, a pesar de que esperan noticias de otros lugares del país o del extranjero. El coronel tuvo que insinuarle a sus amigos que no podia seguir dándole de comer al gallo en su estado de pobreza; ellos comprendieron y propusieron ocuparse de alimentar al animal. ¿Serían concientes de las verdaderas necesidades del coronel? Quizás no se imaginaban que un coronel heroe de la nación pudiera estar casi muriéndose de hambre.

El coronel no tiene espejo la primera vez que se afeita. Usa una navaja a la antigua y no se corta pues tiene mucha práctica. No se sabe por qué no tiene espejo. ¿Se le habrá roto o refundido? ¿Lo habrá vendido? Más adelante usa de nuevo un espejo para afeitarse, quizás su esposa lo compró fiado junto a otros objetos que aparecen, pero para poner cuidado a lo que le dice, deja de mirarse y se afeita como antes.

El espejo habla de su pobreza. Refleja el paso del tiempo pues nos muestra cada día imperceptiblemente más viejos. Además como objeto puede envejecer por el plateado que cambia de color o se va llenando de manchas o el marco o el tamaño que pasa de moda o se deteriora.

El espejo muestra el paso del tiempo en el cuento de hadas Blancanieves difundido por los hermanos Grimm y sobre todo por la película de dibujos animados de Walt Disney. La reina hechicera pregunta quién es la mas bella. Este le contesta que es ella hasta cuando Blancanieves crece y toma su lugar por su juventud y hermosura. En El retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde lo que envejece es el retrato del personaje mientras que este conserva su juventud al contrario de los espejos.

«El coronel necesitó setenta y cinco años —los setenta y cinco años de su vida, minuto a minuto— para llegar a ese instante. Se sintió puro, explícito, invencible, en el momento de responder. - Mierda.»

Este párrafo que termina la novela es el desahogo del coronel después de tantos años de paciente espera y es la única respuesta que le queda a una serie de reproches de su esposa quien está cansada de la vida de privaciones y de la paciencia de su marido y ya no cree en el futuro mejor que este le prometió. Él si confía que la pensión llegará o que el gallo va a ganar la pelea. Sin embargo es lúcido al confesar implícitamente que no les quedan más esperanzas y ya no tienen nada que perder. Se sintió puro pues siente que merece una recompensa, explícito pues parece que fuera la primera vez que le contesta así a su mujer e invencible pues no se da por vencido. Esos tres adjetivos contundentes lo resumen todo.

sábado, 01 agosto 2015

La hojarasca

LaHojarasca.jpgEstoy siguiendo este curso virtual de seis semanas sobre la obra de Gabriel García Márquez: https://www.futurelearn.com/courses/macondo-gabriel-garci...

Me parece bien hecho e interesante. Hemos comenzado con la lectura de su primera novela La hojarasca que leí (así como todos sus libros) hace mucho tiempo. Creo que fue en 1970 cuando terminaba mi bachillerato en Ibagué. La edición que tengo es de 1969.

Me ha gustado releerla después de tantos años. Es sorprendente ver cómo el autor tenía muy claro Macondo mucho antes de escribir Cien años de soledad. Lo principal de esta primera lección del curso es el estudio de la estructura de la novela, el tema del dilema ético y la presentación de Macondo.

Muchas frases y expresiones resonaron en mi mente recordándome à mis propios abuelos, tíos, padres y la mentalidad de su época. La palabra de honor era un valor esencial que hoy parece haber pasado a un segundo plano.

Volviendo a leer su prólogo (que ya habia olvidado) me doy cuenta de que describe lo que pasa en los pueblos que se ven invadidos de forasteros atraídos por alguna nueva oportunidad de ganarse la vida: las bananeras en la Costa, la construcción de una represa en el río Magdalena, la búsqueda de plata en Potosí. Ahí está resumida la atmósfera de Macondo y las expectativas de sus antiguos habitantes.

La descripción de Macondo invadida por la hojarasca me recordó también el cuento de Cortázar, Casa tomada, en el que los dueños de una casa en Buenos Aires terminan abandonándola por culpa de unos invasores. Esa casa es como un Macondo miniatura. Cortázar la describe así:

Nos gustaba la casa porque aparte de espaciosa y antigua (hoy que las casas antiguas sucumben a la más ventajosa liquidación de sus materiales) guardaba los recuerdos de nuestros bisabuelos, el abuelo paterno, nuestros padres y toda la infancia. Ver: http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/cortazar/cas...

Se puede extrapolar a la situación actual en Europa, donde los inmigrantes están cruzando peligrosamente el Mar Mediterráneo o el Canal de la Mancha tratando de encontrar una vida mejor. He oído a gente aquí decir que no reconocen su país, como esas personas en Macondo.

A raíz del dilema ético de enterrar o no al muerto y del final abierto de la novela, se me ha ocurrido un paralelo con lo que sucede hoy en Colombia con respecto al los diálogos de paz con las FARC. Aquí el muerto es el interminable conflicto armado con la guerrilla en el que nadie gana y todos pierden. Los colombianos están divididos: unos quieren enterrar la guerra y pasar à una nueva etapa de la historia, otros no perdonan nada en absoluto y quieren continuar esa lucha fratricida hasta el final de los tiempos dejando ese muerto sin sepultura como escarmiento. No conocemos el final de esta otra tragedia.

La novela habla del respeto de la palabra dada, de la promesa y compromiso que tomó verbalmente el coronel y no puede dejar de cumplir.

Debe haber consenso general para que la vida en sociedad sea posible, pero también es esencial que haya conflictos para que la sociedad evolucione y no muera anquilosada. En cierta forma es lo que le pasó a la China hace siglos cuando creyeron que habían llegado al máximo desarrollo y no podrían cambiar más.

La frase del coronel «Creo a Macondo capaz de todo después de lo que he visto en lo que va corrido de este siglo» refleja la vision del mundo de un militar durante la Guerra de los Mil Días, lo mismo que su contacto con la gente que vino con la hojarasca y transformó a Macondo.

Estar o no de acuerdo con lo que piensa la mayoría y actuar en consecuencia es algo que vivimos a diario a veces sin darnos cuenta. Actuar cuando no estamos de acuerdo es el verdadero problema y dilema. Hasta los mayores criminales encuentran justificación para sus actos. Para tener la conciencia tranquila es mejor seguir precisamente su propia conciencia. El temor a las consecuencias es lo que hace que muchas personas sigan la opinión mayoritaria. Por eso al final de las guerras cuando ya se conoce quienes son los vencedores, aparece mucha gente que aunque no estaba con ellos, ahora se reivindican de sus ideas.

Me he atrevido a escribir un capítulo más donde imagino cómo reaccionará el pueblo a la salida del cortejo fúnebre

Desde sus ventanas, puertas, aceras y plazas, el pueblo, en vez de dormir siesta, nos observa cuando salimos de la casa. Los cuatro indios llevan el féretro como si fuera un santo en procesión de Semana Santa. Los sigo cojeando y apoyado en mi bastón. Siento el sudor que me baja por la espalda. El sol está más fuerte que nunca. Isabel y el niño vienen detrás de mí. El alcalde con el revolver en la mano cierra el paso acompañado por su ayudante. El tiempo parece eterno, detenido. Tengo la impresión de que un tiro va a sonar y uno de nosotros va a caer muerto sin remedio.

Las mujeres curiosas fisgonean desde las ventanas. Parece que las acompañaran todas las ánimas de sus familias a sus espaldas. A medida que avanzamos y pasamos frente a ellas, van cerrando las ventanas. Las puertas también se cierran de golpe a nuestro paso. Los hombres se alejan por las calles polvorientas como si apestáramos. Macondo mismo se aleja por las calles como si la hojarasca hubiera venido hoy a borrar todo rastro de vida en el pueblo. Me imagino con mi vestido de novia dentro de ese féretro camino al cementerio.

Los alacarvanes están cantando...

Más información: https://es.wikipedia.org/wiki/La_hojarasca